Julio Robles, felizmente casado y padre de dos muchachas adolescentes a las que adoraba. El, que era un hombre tranquilo con una inteligencia bastante notable, escuchaba en silencio durante la habitual tertulia de la sobremesa de los dias festivos, como uno de aquellos dos jovenes a los que su hija mayor "Mari" habia invitado a comer en su casa aquel dia de domingo, en muestra de confraternidad y companerismo, tras haber asistido juntos a una conferencia ofrecida por un, en aquellos momentos reputado personaje, en la que trataba de poner de manifiesto el trato discriminatorio a que estaban sometidos, los restos de los fallecidos durante la guerra civil, aquel se explayaba con eruditas divagaciones sobre un tema del que con sus palabras ponia de manifiesto no tener ni pajolera idea. Mientras que el, para bien o para mal, bastantes anos antes y de una manera un tanto imprevisible y sin haberselo propuesto, habia alcanzado una licenciatura con revalida incluida... Это и многое другое вы найдете в книге Herederos de lanza y herida (Enrique Gomez Tarrega)